La idiotez y cómo combatirla.

Por: Camila Loaiza

¿Cuántos pueden recordar el número de veces que en su institución se celebraron las elecciones de personería? ¿quién recuerda cuando los candidatos prometían y no cumplían sus propuestas? ¿qué hay de aquellas veces en las cuales regalaron desde dulces hasta empanadas para que votaran por ellos? ¿además de las ocasiones en que celebramos sus campañas porque nos ayudaron a perder clase de cálculo y ese era el mayor goce de la época?

Las votaciones del 27 de febrero llevadas a cabo en el colegio Santa Angela Merici permitieron recordar aquellos años dorados y cuestionar si los tiempos han cambiado. Tristemente hay que aceptar que muchos de los votantes en aquél entonces desconocíamos la razón por la cual votabamos, pues aquellas veces era por el amigo de mi amiga, por aquél que me regaló la empanada, por el que parecía más agradable o por el que me ayudó a perder más clase. Votabamos sin saber qué era la democracia (δημοκρατία = dēmokratía) y sin conocer la política de la institución, se nos decía que eligiéramos uno y nunca nos explicaron el porqué ni el para qué o la relevancia que en nuestra vida estudiantil esto iba a tener.

Pero ¿por qué votar? Según los griegos, pioneros de la democracia, era deshonroso y propio de alguien corto de entendimiento (ἰδιώτης = Idiotes, Idiota) el no hacer parte de la vida pública. El ἰδιώτα decide ignorar el derecho que tiene de elegir a sus propios gobernantes ya que a él no le interesa el bien común. Es decir que permanece ignorante y centrado en sus propios asuntos, inmiscuido en un aislamiento mientras renuncia a sus propios derechos, ese es el ἰδιώτα de los griegos, todo aquél que no practicaba la democracia era señalado como tal.

Hoy día, la democracia ha cambiado mucho, pues siendo el gobierno del pueblo aún en la avanzada civilización griega (δημος = demos, pueblo. κρατος =kratos, poder) era un ejercicio bastante restringido ya que sólo los varones, mayores de veinte años, hijos de padre y madre atenienses tenían el derecho a elegir. Los griegos temían que los demagogos (δημος = demos, pueblo. ἄγω = ágo, conducir) pudiesen obtener el apoyo popular debido a sus discursos, pues el talento que estos tenían para convencer las masas era enorme y por tal motivo restringían las votaciones a tan selecto grupo.

Los demagogos, encantadores de masas, siempre han estado allí manchando la libertad e igualdad de la democracia. No obstante, las votaciones no deben ser limitadas a ciudadanos varones mayores de veinte años, por el contrario, si nuestros pequeños algún día serán quienes elijan a los presidentes de nuestra nación ellos deben comprender la libertad e igualdad de la elección desde temprana edad. Se le debe enseñar al niño y niña a pensar por sí mismo, a entender por qué vivimos en sociedad, qué está bien y qué está mal, qué es el bien común, qué nos lastima a todos y que nos ayuda a mejorar.

En estas elecciones de personería 2019 se buscó la participación íntegra de los candidatos, las campañas de los mismos fueron motivo de orgullo para todo el cuerpo estudiantil pues no utilizaron dulces, bombas o platillos para llamar la atención de los votantes, especialmente de los más pequeños. Ellos, los candidatos, no se convirtieron en demagogos, hablaron desde la honestidad y realidad de sus propuestas en cada curso, se defendieron con algo de temor y temblor en el debate, y permitieron que cada estudiante eligiera con total libertad su propio futuro.

Esta vez la democracia ganó, en tanto que todos los niños y niñas votaron limpiamente, sin contaminación de discursos o detalles bonitos, sin pensar en el amigo o en el logo más llamativo. En esta ocasión se custodió el hecho de que todos, especialmente los menores de grado primero (entre los cinco y siete años de edad) entendiesen las propuestas y motivos de los candidatos, ellos aún siendo tan pequeños se apoderaron de su derecho y comprendieron la importancia de este evento. Por tal motivo podemos decir con total seguridad que estamos ante una generación que no caerá ante los demagogos, encantadores de masas, esta es una generación que participa en la vida pública.